Hay una breve sátira que dice lo siguiente:
En los años de 1900 a 1950, llegaba un profesor a su salón de clases, todas y todos los alumnos se ponían de pie y al unísono coreaban, “Buenos días profesor”.
En los años de 1960 a 1980, llegaba el profesor al salón de clases diciendo, “buenos días”, la respuesta venía de alguno de los estudiantes contestándole, “eso esta por verse”.
De 1990 a nuestros días, llega el profesor al aula, dice “buenos días” y las y los alumnos se apresuran para escribirlo en su cuaderno.
Hace casi cuarenta años, estaban dadas las ordenes de disolver un mitin estudiantil, no solo eso pues diversos actos públicos que se llevaron a cabo antes de aquel dos de octubre ya habían sido reprimidos. Las órdenes para ese dos de octubre de 1968 eran acabar con el movimiento estudiantil, terminarlo y para eso se usaría toda la fuerza del Estado.
Cabe la aclaración que en aquella época las dimensiones del movimiento estudiantil, fueron mundiales (hay que recordar el mayo francés), además el hartazgo por un modelo de civilización depredador no solo fue por parte de estudiantes, aquél movimiento estudiantil lo aglomeraban, profesores, campesinos, trabajadores, ferrocarrileros, amas de casa. Las demandes de las y los estudiantes rebasan meras problemáticas universitarias, el movimiento estudiantil estaba consiente de la situación de explotación a las que estaban y seguimos estando sometidos mujeres, hombres y naturaleza.
Cuarenta largos años han servido para en mayor parte, tergiversar y mal informar sobre aquel honesto y digno movimiento. Muchas y muchos de nosotros, las y los jóvenes de este tiempo, no existíamos, sin embargo vivimos en la cruda de las consecuencias de aquel entonces. ¿Qué hubiera sido de las venideras generaciones si el movimiento hubiera prosperado?
Mi generación nació en las fauces del capital neoliberal, una fase del capitalismo dónde la barbaridad de acaparar recursos naturales por parte de unos cuantos, se pretende llevar a todos los recónditos lugares de este mundo nuestro, por mas inhóspitos que resulten. Para mis contemporáneos lo que no sea consumir carece de importancia, estamos atrapados podría concluirse, pero es posible reivindicar y re contextualizar lo que jóvenes como nostras y nosotros visualizaron en años pasados.
El movimiento estudiantil se cuestiono el orden de vida, se permitió profundizar en su realidad y descubrir la decadencia en la que estaban inmersos. Las y los de entonces, se descubrieron parte del mundo, un mundo donde la injustica, miseria y destrucción estaba atentando contra la vida.
En el resto del mundo diversas voces cantaban himnos de libertad y empuñaban armas dispuestas a luchar por un mejor mundo, múltiples luchas de liberación y experiencias en distintas geografías del planeta hacían un llamado a intentar el camino de la emancipación, las y los jóvenes del 68 se nutrieron de esas ideas y analizaron su realidad, de tal forma que desvelaron los mecanismo del sometimiento capitalista.
Ya sin tanta redundancia, ¿qué aprendizaje podemos sacar del movimiento estudiantil de 1968?, no se trata solo de conmemorar una fecha, el 2 de octubre fueron asesinados cobarde y cruelmente seres humanas y humanos, la sangre que se derramo por ordenes de la clase dirigente no fue un accidente ni un hecho que se salió de control, sino algo bien planeado que pretendía coartar el proceso de construcción de una sociedad justa, libre e igualitaria.
La lucha de ese tiempo, no ha perdido vigencia esta pendiente y se tiene que continuar, los mismos males pero aumentados y más sigilosos siguen pesando sobre nuestras vidas.
Bueno, ya mas en concreto; la experiencia del 68 es una gran enseñanza pedagógica, estudiantes, profesores, trabajadores y demás personas eran sujetos de aprendizaje a la vez que también mostraban lo que sabían, todas y todos se educaban en la lucha.
De la tradicional y dañina forma de educar, las y los estudiantes tomaron la gran responsabilidad de aprender fuera de las aulas, esto les permitió vincularse con su realidad, alejarse de absurdos espacios deshumanizantes y adentrarse en una búsqueda de conocimiento presencial. Algunos de las y los profesores del momento dejaron la soberbia a un lado, para saberse inacabados, fueron ejemplos de congruencia al enseñar con el ejemplo.
El estudiantado grito que deseaba aprender pero para transformar, no para convertirse en títeres al servicio denigrante de una cúpula avariciosa. Nadie sabe todo ni tampoco nadie ignora todo, fue una de las premisas a seguir para dar a entender que solidariamente se podía aprender en la lucha y que ese aprendizaje serviría para materializar una forma de vida respetuosa con la misma.
El autoritarismo y despotismo de directores y maestros, era desafiado por voces que anunciaban que el proceso de enseñanza-aprendizaje no era más que la manipulación de las ideas para conformarnos y adaptarnos al desmadre.
La pedagogía de la lucha se asomaba en aquel gran movimiento estudiantil, la escuela se entendió en un concepto más amplio, no solo es el conjunto de salones, edificios, planta docente, administrativa y demás, sino la escuela es la vida y su pedagogía en el actual orden de cosas debe orientarse a una pedagogía de la lucha por la liberación en contraposición a la pedagogía de la enajenación.
Vamos a empezar a cuestionarnos, es un buen inicio para conocer los problemas más acuciantes que amenazan nuestra existencia. El individualismo reinante de la actualidad nos esta acabando, hay que despojarnos del egoísmo consumista y deseoso de dinero para encontrar nuestras coincidencias. Por mi parte puedo decirles que el movimiento de 1968 planteo la necesidad de la solidaridad para mejorar las condiciones de existencia, la década de los sesentas comprendió que habitamos un mismo mundo al cual debemos proteger y organizar armoniosamente, para esto de vivir, que se supone es lo que queremos.
Se oye mucho decir, tlatelolco, estudiantes masacrados, gobierno corrupto, dos de octubre no se olvida, sin embargo no hay que dejarlo falto de contenido, vamos a interesarnos por esos hechos y preguntarnos ¿Qué fue lo que motivo a estudiantes como nosotras y nosotros a movilizarse?, todo aquello sucedió en un tiempo y espacio y los 40 años que nos separan no significan que nada tenga que ver con el presente.
Personalmente, interesado como estoy en la educación, creo firmemente que en nuestro caso particular, estudiantes universitarios del siglo veintiuno somos maniatados, es decir manejados en lo inmediato por el pensamiento oxidado e inconsciente de profesores y directivos, (claro que con sus excelentes excepciones).
Como alumnas y alumnos de este tiempo hay que recordar el gran movimiento estudiantil del 68, hay que platicarlo, aprender de lo que hizo. Vamos a redimensionarlo y bien podemos empezar desafiando el peor autoritarismo, me refiero al que se disfraza de democrático, como sucede en nuestra escuela.
La pedagogía de la lucha, no es otra cosa mas que la forma de aprender respetando a la otra y al otro su saber, dejar en claro nuestro conocimiento y estar dispuesto a modificarlo o seguir construyéndolo para transformar la realidad. Las voces que todavía alcanzan a llegar de nuestras compañeras y compañeros estudiantes del 68, nos dicen que no creamos ciegamente lo que se dice en la escuela, la televisión y diversos medios, nos dicen que hay una lucha que librar, esas voces susurran que cuestionemos este aberrante sistema económico, político y social.
La matanza del dos de octubre de 1968 ocurrida en la plaza de las tres culturas no fue un fin, solo una batalla, nos toca continuar con la lucha, que no consigan matarnos con el olvido, sigamos.
En los años de 1900 a 1950, llegaba un profesor a su salón de clases, todas y todos los alumnos se ponían de pie y al unísono coreaban, “Buenos días profesor”.
En los años de 1960 a 1980, llegaba el profesor al salón de clases diciendo, “buenos días”, la respuesta venía de alguno de los estudiantes contestándole, “eso esta por verse”.
De 1990 a nuestros días, llega el profesor al aula, dice “buenos días” y las y los alumnos se apresuran para escribirlo en su cuaderno.
Hace casi cuarenta años, estaban dadas las ordenes de disolver un mitin estudiantil, no solo eso pues diversos actos públicos que se llevaron a cabo antes de aquel dos de octubre ya habían sido reprimidos. Las órdenes para ese dos de octubre de 1968 eran acabar con el movimiento estudiantil, terminarlo y para eso se usaría toda la fuerza del Estado.
Cabe la aclaración que en aquella época las dimensiones del movimiento estudiantil, fueron mundiales (hay que recordar el mayo francés), además el hartazgo por un modelo de civilización depredador no solo fue por parte de estudiantes, aquél movimiento estudiantil lo aglomeraban, profesores, campesinos, trabajadores, ferrocarrileros, amas de casa. Las demandes de las y los estudiantes rebasan meras problemáticas universitarias, el movimiento estudiantil estaba consiente de la situación de explotación a las que estaban y seguimos estando sometidos mujeres, hombres y naturaleza.
Cuarenta largos años han servido para en mayor parte, tergiversar y mal informar sobre aquel honesto y digno movimiento. Muchas y muchos de nosotros, las y los jóvenes de este tiempo, no existíamos, sin embargo vivimos en la cruda de las consecuencias de aquel entonces. ¿Qué hubiera sido de las venideras generaciones si el movimiento hubiera prosperado?
Mi generación nació en las fauces del capital neoliberal, una fase del capitalismo dónde la barbaridad de acaparar recursos naturales por parte de unos cuantos, se pretende llevar a todos los recónditos lugares de este mundo nuestro, por mas inhóspitos que resulten. Para mis contemporáneos lo que no sea consumir carece de importancia, estamos atrapados podría concluirse, pero es posible reivindicar y re contextualizar lo que jóvenes como nostras y nosotros visualizaron en años pasados.
El movimiento estudiantil se cuestiono el orden de vida, se permitió profundizar en su realidad y descubrir la decadencia en la que estaban inmersos. Las y los de entonces, se descubrieron parte del mundo, un mundo donde la injustica, miseria y destrucción estaba atentando contra la vida.
En el resto del mundo diversas voces cantaban himnos de libertad y empuñaban armas dispuestas a luchar por un mejor mundo, múltiples luchas de liberación y experiencias en distintas geografías del planeta hacían un llamado a intentar el camino de la emancipación, las y los jóvenes del 68 se nutrieron de esas ideas y analizaron su realidad, de tal forma que desvelaron los mecanismo del sometimiento capitalista.
Ya sin tanta redundancia, ¿qué aprendizaje podemos sacar del movimiento estudiantil de 1968?, no se trata solo de conmemorar una fecha, el 2 de octubre fueron asesinados cobarde y cruelmente seres humanas y humanos, la sangre que se derramo por ordenes de la clase dirigente no fue un accidente ni un hecho que se salió de control, sino algo bien planeado que pretendía coartar el proceso de construcción de una sociedad justa, libre e igualitaria.
La lucha de ese tiempo, no ha perdido vigencia esta pendiente y se tiene que continuar, los mismos males pero aumentados y más sigilosos siguen pesando sobre nuestras vidas.
Bueno, ya mas en concreto; la experiencia del 68 es una gran enseñanza pedagógica, estudiantes, profesores, trabajadores y demás personas eran sujetos de aprendizaje a la vez que también mostraban lo que sabían, todas y todos se educaban en la lucha.
De la tradicional y dañina forma de educar, las y los estudiantes tomaron la gran responsabilidad de aprender fuera de las aulas, esto les permitió vincularse con su realidad, alejarse de absurdos espacios deshumanizantes y adentrarse en una búsqueda de conocimiento presencial. Algunos de las y los profesores del momento dejaron la soberbia a un lado, para saberse inacabados, fueron ejemplos de congruencia al enseñar con el ejemplo.
El estudiantado grito que deseaba aprender pero para transformar, no para convertirse en títeres al servicio denigrante de una cúpula avariciosa. Nadie sabe todo ni tampoco nadie ignora todo, fue una de las premisas a seguir para dar a entender que solidariamente se podía aprender en la lucha y que ese aprendizaje serviría para materializar una forma de vida respetuosa con la misma.
El autoritarismo y despotismo de directores y maestros, era desafiado por voces que anunciaban que el proceso de enseñanza-aprendizaje no era más que la manipulación de las ideas para conformarnos y adaptarnos al desmadre.
La pedagogía de la lucha se asomaba en aquel gran movimiento estudiantil, la escuela se entendió en un concepto más amplio, no solo es el conjunto de salones, edificios, planta docente, administrativa y demás, sino la escuela es la vida y su pedagogía en el actual orden de cosas debe orientarse a una pedagogía de la lucha por la liberación en contraposición a la pedagogía de la enajenación.
Vamos a empezar a cuestionarnos, es un buen inicio para conocer los problemas más acuciantes que amenazan nuestra existencia. El individualismo reinante de la actualidad nos esta acabando, hay que despojarnos del egoísmo consumista y deseoso de dinero para encontrar nuestras coincidencias. Por mi parte puedo decirles que el movimiento de 1968 planteo la necesidad de la solidaridad para mejorar las condiciones de existencia, la década de los sesentas comprendió que habitamos un mismo mundo al cual debemos proteger y organizar armoniosamente, para esto de vivir, que se supone es lo que queremos.
Se oye mucho decir, tlatelolco, estudiantes masacrados, gobierno corrupto, dos de octubre no se olvida, sin embargo no hay que dejarlo falto de contenido, vamos a interesarnos por esos hechos y preguntarnos ¿Qué fue lo que motivo a estudiantes como nosotras y nosotros a movilizarse?, todo aquello sucedió en un tiempo y espacio y los 40 años que nos separan no significan que nada tenga que ver con el presente.
Personalmente, interesado como estoy en la educación, creo firmemente que en nuestro caso particular, estudiantes universitarios del siglo veintiuno somos maniatados, es decir manejados en lo inmediato por el pensamiento oxidado e inconsciente de profesores y directivos, (claro que con sus excelentes excepciones).
Como alumnas y alumnos de este tiempo hay que recordar el gran movimiento estudiantil del 68, hay que platicarlo, aprender de lo que hizo. Vamos a redimensionarlo y bien podemos empezar desafiando el peor autoritarismo, me refiero al que se disfraza de democrático, como sucede en nuestra escuela.
La pedagogía de la lucha, no es otra cosa mas que la forma de aprender respetando a la otra y al otro su saber, dejar en claro nuestro conocimiento y estar dispuesto a modificarlo o seguir construyéndolo para transformar la realidad. Las voces que todavía alcanzan a llegar de nuestras compañeras y compañeros estudiantes del 68, nos dicen que no creamos ciegamente lo que se dice en la escuela, la televisión y diversos medios, nos dicen que hay una lucha que librar, esas voces susurran que cuestionemos este aberrante sistema económico, político y social.
La matanza del dos de octubre de 1968 ocurrida en la plaza de las tres culturas no fue un fin, solo una batalla, nos toca continuar con la lucha, que no consigan matarnos con el olvido, sigamos.