José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández y otros emos


Carlos Murillo González
Colegio de Sociólogos y Sociólogas de Ciudad Juárez
Hace unas semanas que se viene desarrollando una campaña nacional violenta contra el movimiento emo, donde Ciudad Juárez es una de las ciudades protagonistas de estos hechos. Pero, ¿quién está detrás del movimiento anti-emo?, ¿quién se beneficia con la división de las llamadas “tribus urbanas”?, ¿para qué sirve terminar con los emos?, ¿y los emos de closet? Sirva esta reflexión para buscar soluciones a este fenómeno de intolerancia y racismo antes de que se haga más grande.Y ¿quiénes son los emos? De la noche a la mañana este grupo de chavos y chavas pasaron del anonimato urbano al protagonismo de las luces de los medios de comunicación masiva. Si bien es cierto que su peculiar estilo y modo de ver la vida no es del todo aceptado en el amplio y a veces cerrado mundo de los movimientos juveniles urbano-globales, también es cierto que como grupo, así sea moda, tiene tanto derecho a existir como l@s cholos, l@s metaleros, l@s punks, l@s cheros o l@s fresas; ninguno es mejor o peor, mas sí diferentes.¿Por qué los emos? ¿a quién molestan los emos? Si nos vamos por las expresiones de sus agresores y demás enemigos potenciales nos encontramos con respuestas tipo “por que me caen mal”, “por afeminados”, “por posers”, etcétera; pero estos no son motivos suficientes para justificar una agresión, pues que mejor agresión que ignorarlos, situación por cierto muy conocida vivencialmente por otras tribus urbanas, algunas de ellas agresoras.Tal vez si nos preguntamos cómo es que este grupo ahora sí que vulnerable, dada su filosofía emocional con tendencias depresivas, ha generado tantos odios y enemigos a unificarse en su contra con un éxito de convocatoria inmediato, dejando temas como la economía, los asesinatos, o la militarización de las ciudades relegados, ¿no será que por eso mismo resultaron una víctima ideal para desviar la tención de cosas mucho más importantes? Si es así, ¿quién está coordinando, o debemos creer que es una campaña fortuita y espontánea, sin líderes?Según rastreos de algunos emos, han encontrado ligas del gobierno federal invitando a esta campaña, así como a chavos “normales” incitando a la violencia en las calles, convocatorias de repudio en sitios tipo YouTube y por comentaristas televisivos; en una visión global, pareciera que todas estas fuerzas se conjuntaron al mismo tiempo por arte de magia, ¿será?
Puede no ser cierta la hipótesis de una conspiración gubernamental, pero con un gobierno como el PAN, identificado plenamente con grupos violentos de extrema derecha tipo El Yunque, es posible pensar en una contrainsurgencia, por llamarle de alguna forma, enfocada a convocar y realizar actos de violencia para, por ejemplo, desestabilizar el orden y justificar la presencia de los militares en las calles, algo muy semejante al tipo de movilizaciones que convocaba Hitler en la Alemania nazi.Independientemente de las hipótesis hay que estar alerta frente al horizonte hostil que se nos presenta: la represión en Atenco y Oaxaca, el asesinato de Armando Villarreal Marta, la “guerra contra el narco”, el hostigamiento contra l@s compas de la Kasa de Kultura y la criminalización de la protesta social nos deben dejar bien claro hacia dónde y cómo dirige la política el Estado mexicano actualmente.Estamos traspasando el umbral de la guerra contra el terrorismo a un terrorismo de Estado aplicado y selectivo. En este umbral se desdibuja el concepto de terrorista para aplicarlo a todo aquello que el gobierno identifique como su enemigo (una práctica copiada del gobierno estadounidense de George W. Bush): desde los grupos guerrilleros hasta los grupos de sicarios y narcos, pasando por l@s críticos del sistema (así sea la UNAM) l@s campesinos, l@s jóvenes, l@s altermundistas, etcétera). Toda aquella persona opuesta a la dirección del Estado es potencialmente un terrorista.En cuanto a la contradicción del hostigamiento a los emos, vale decir que en México existe una vieja versión a la mexicana: toda persona que se identifica y gusta del género ranchero, norteño, balada, banda, etcétera, especialmente los fans de José Alfredo, Vicente Fernández, Paquita la del Barrio o Juan Gabriel, son emos. Este tipo de música y artistas en sus líricas hablan de amor, desamor, engaños, borracheras, venganzas y promueven una cultura del sufrimiento; “puro sufrir y sufrir”, como dicen Los Tigres del Norte, además de promover un estilo de vida encaminado a la enajenación etílica, al sufrir para merecer, a la depresión y al valemadrismo.Tal vez más que las líricas, lo que mayor susto causa a los detractores de emos es su posicionamiento sexual, más relajado que en otros movimientos y sectores sociales en cuanto al bisexualismo. La educación sexual en este país, según los expertos, es mínima; por eso ante el panorama que en sí mismo ofrece la sexualidad humana, la persona sexualmente ignorante se siente ofendida cuando descubre la gama de posibilidades sexuales, reprimidas y bien custodiadas por los tabúes que alimentan su entorno. Cuando se arremete a un emo, en realidad es una manifestación de la represión sexual de la persona que ve en el emo aquello que para él o ella está prohibido; es pues, una manifestación de la ignorancia, la frustración y el miedo.
Las mujeres en la búsqueda de una sociedad democrática.Martha Estela Pérez García.[2]Hablemos de la democracia, pero en relación con temas que no se circunscriben solamente al aspecto formal de la política, al sistema político, las contiendas electorales y el sistema de partidos. Nos ubicaremos en la relación que mantienen la democracia, la sociedad y las mujeres, temas que resultan abstractos y para algunos o algunas suenan tan distantes los unos de los otros.Sin embargo, es importante aclarar que si bien el imaginario social así lo determina, ha sido porque de falsas tesis se han construido falsas verdades que han reconstruido una realidad social y cultural, misma que ha discriminado y reducido a las mujeres hacia una vida de discriminación y subordinación del mundo masculino, empezando por apartarla de espacios que supuestamente no están destinados a nosotras por el simple hecho de pertenecer al sexo femenino, el mundo de la política y de lo político.Es en la primera de estas esferas que se reconoce como el área de la política, es decir la política formal, en la que si bien el número de mujeres ha aumentado con su participación en los partidos, en el gobierno y en los espacios legislativos aún no es suficiente su presencia. Para la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Ana María Fernández Poncela, especialista en el tema, hay inequidad en la participación política sin importar que las mujeres sean más del 50 por ciento de la población en el país.Así mismo, vemos que ha sido en el espacio de lo político o el espacio informal donde ha costado también a las mujeres ubicarse como luchadoras sociales y ser reconocidas como tales. La democracia tan discutida en nuestro país no ha llegado a impregnar los espacios o las oportunidades a hombres y mujeres, las áreas de expresión no se han abierto para ellas con igualdad y con mucha frecuencia se trata de desconocer las voces y figuras femeninas que buscan ser visibilizadas para dar a conocer sus distintas problemáticas.Mujeres que, como lo dice la investigadora de la UNAM Esperanza Tuñón, han ejercido acción social y han logrado hacer política desde espacios no tradicionales como son las calles de nuestra ciudad; surgen desde las colonias, las escuelas, las organizaciones no gubernamentales y las iglesias para mostrar los diversos problemas que han emanado gracias a la discriminación y subordinación que hemos padecido en nuestra cultura y que se traduce en experimentación de pobreza, violencia y falta de oportunidades de desarrollo en la sociedad.Estas mujeres buscan la democratización de los espacios, tanto del formal como del informal, luchan contra la exclusión social y por ser escuchadas cuando acuden a las instancias de gobierno o marchan por las calles para pedir servicios públicos, guarderías, centros de trabajo y el respeto a la vida del género femenino, exigiendo que se les perciba como ciudadanas de primera categoría. Que no se les subestime por el simple hecho de ser mujeres, ser pobres, ser feministas o tener determinada preferencia sexual, piden que se les vea como poseedoras de derechos y no solo de obligaciones, que se respete el ejercicio a la libre manifestación de demandas políticas o sociales.Aunque en opinión de algunos(as), las mujeres somos incapaces de construir acciones políticas serias sólo por pertenecer al género femenino y por que nuestras peticiones suelen centrarse en la resolución de los problemas que experimentados en nuestra vida cotidiana. No obstante, es importante no perderlas de vista, esta participación no tiene vuelta atrás porque los cuerpos femeninos se han unido para ser visibilizados constituyéndose en una voz que está trascendiendo.Ellas mantienen la esperanza de lograr la democratización de las oportunidades y de los espacios, demostrando así que todas y todos podemos hacer política sin importar que nuestra esencia esté contenida en un cuerpo femenino o uno masculino.