Carlos Murillo González
Colegio de Sociólogos y Sociólogas
En medio del debate de la reforma energética petrolera, la intensificación y decadencia del modelo neoliberal aplicado a la política nacional junto con la crisis de seguridad pública, legitimidad y represión del gobierno federal vía Calderón; la recesión económica de Estados Unidos, en un contexto internacional de globalización capitalista depredador que amenaza con hambre y sequías, pareciera que no hay un verdadero obstáculo o frente que pueda detener este fenómeno dantesco.
La participación de los grupos y personas identificados o asumidos como de “izquierdas” implica un problema más que una solución a este conflicto contemporáneo. El principal “problema” es su ya conocido sectarismo (que todavía hoy muchos niegan) donde parece un reto mayúsculo que se pongan de acuerdo los distintos grupos o movimientos que enarbolan banderas distintas en la amplia gama de frentes y resistencias existentes, que permitir que la barbarie neoliberal siga su marcha
El término de izquierda mismo, hoy tan relajado que hasta Vicente Fox llegó a decirse de izquierda, nos da una idea de lo desprestigiado y vago que está su uso en la actualidad y de la necesidad de reflexionar
sobre las implicaciones al respecto. Hoy se asumen de izquierda tanto el neozapatista como el perredista o hasta ciertas corrientes del PRI, los grupos guerrilleros, muchas ong´s, muchos maestros, algunos sindicatos, algunos movimientos estudiantiles, artísticos y de intelectuales, como también algunos sectores católicos y cristianos. ¿Pero entonces no hay suficientes inteligencias, brazos y voces que puedan promover alternativas al neoliberalismo capitalista?
La izquierda en general está estancada, sin imaginación y con poca propuesta, pues siguen hacia dentro de sus organismos las pugnas por el poder, la competencia, pero también un discurso emancipador bastante malito y fuera de contexto, irreal, que pareciera que el famoso socialismo real fuera sólo un mito. El ecologismo, el pacifismo y el género parece que no tienen cabida en los estrechos esquemas marxistas todavía imperantes en muchos de sus militantes, estancados entre el siglo XIX y XX; no se diga en sus prácticas, donde es más evidente la distancia entre el discurso y la praxis, como si el compromiso fuera sólo político (político en el sentido ideológico negativo de la política burguesa) y no cultural en cuanto practicar lo que se predica.
La izquierda ideológica. Uno de los principales rasgos que hacían de la antigua izquierda un movimiento de respeto era su carácter emancipador fundamentado en la realidad y con propuestas salidas de ella. Hoy la ideología del socialismo, anarquismo, comunismo y todas las demás corrientes y combinaciones se pierden en el espectro difuso de una pluralidad multiforme y fragmentada a la manera que nos describen los estudiosos posmodernos. La izquierda se hizo ideológica cuando dejó de ser seria, científica, humana y objetiva, convirtiéndose en un ente más, en una extensión del poder político burgués, cuando empezó a seguirle la corriente. La ausencia de ciencia. Una cuestión fundamental para recuperar el rumbo es el acercamiento y aplicación de una ciencia siniestra; es decir, de poder traducir y proponer una ciencia con nuevos métodos ajenos al positivismo y en afán de su objetivo primero y último que es la humanidad, la gente. El impacto, por ejemplo de un Carlos Marx tiene que ver con su discurso y propuesta política, sí, pero también por la gran contribución de conceptos y categorías que hoy forman parte de la ciencia (incluyendo las ciencias duras) la filosofía y hasta la religión. Pero y luego, ¿qué hay? Claro varias generaciones de marxistas con invaluables pensadores como Antonio Gramsci, Paulo Freire, Louis Althusser, Agnes Heller, Perry Anderson, Michael Lowy o Humberto Castillo, que pudo patentar un invento para la ingeniería civil utilizando el método dialéctico en la construcción de edificios. Ante los nuevos avances científicos como la clonación, los cultivos transgénicos o la nanotecnología, se nota una ausencia de propuestas divergentes, como en su momento lo hizo Paul Feyerabend con su anarquismo metodológico. Nuevas propuestas como la neutrosofía o lógica neutrosófica de Florentin Smarandache,
Debatamos el termino izquierda, que tan vigente es, a fin de cuentas lo importante más que el término es la práctica política, como lo decía Marx, “sin teoría no hay práctica, sin práctica la teoría es ciega”la biología semántica de Marcello Barbieri o el sinergismo de Anthony Mansueto, están a la espera de ser discutidos y aplicados por lo menos en los ámbitos siniestros.
La izquierda rebasada por la derecha. ¿Quién iba a pensarlo? Tantos siglos de sangre y de todos modos persiste la lucha de clases, el imperialismo, la población lumpen, la enajenación alimentada sin descanso por el consumismo y la despolitización, las guerras, las invasiones, el racismo, el engaño, etcétera; en fin, aberraciones que insultan la inteligencia, pero que ahí están, bombardeando desde la superestructura del Estado, las iglesias y el poder económico ¿qué no se había superado ya el Medioevo? El éxito de la derecha se centra en esa triple alianza que detenta los medios de producción (incluidos los invaluables medios de comunicación) los medios políticos (detentados por los partidos, las cámaras, los jueces) y las medios del espíritu (la escuela, pero sobre todo las religiones) que ayudan en la programación de las masas para la vida alienada.
La izquierda prostituida. El retrato hablado de la izquierda corresponde muy bien a las caricaturas de El Chamuco: sumidos en la crítica agria y destructiva (todos contra todos hasta que no quede nadie) romántica (la lucha de clases a la Marx con fascinación por las causas perdidas) excluyente (¿quién “tiene” la verdad exclusiva que no toma en cuenta a los demás?) pragmática (en vez de sintética) discursiva (y decimonónica) enajenante (se puede ser ateo y guadalupano a la vez) revolucionario (con especial énfasis en la emancipación obrera y campesina) y hasta democrática (siguiendo el patrón electoral sobre todo). Con uno de estos que se cumpla ya se hace uno izquierdoso; ya se puede presumir con los amigos que fuiste a la marcha a mentarle la madre a los granaderos y que por eso ya cambiaste el mundo.
No hace falta dar más explicaciones, lo que hace falta es entrarle al debate y dejar en el pasado lo que no sirva para el presente. En mi opinión, el concepto de izquierda ya no funciona, está raptado y tergiversado tanto como el concepto de terrorismo. Se vale buscar y proponer nuevos términos, técnicas, formas de pensar, métodos, sacudirse el polvo y poner a trabajar a la inteligencia hacia horizontes distintos a lo que nos propone el sistema tal como lo conocemos; en él ya no sabe la izquierda como tal; dejémosla descansar y asumamos el reto de encontrar nuevos significados e identidades más acordes con la época que nos toca vivir y luchar.
*Por underground (subterráneo) se entiende de lo subalterno, lo clandestino, lo no comercial; el concepto da a entender que la superficie es a la vez superficial (superestructura enajenante) y que existe toda una gama de posibilidades en el “bajo mundo” que encierra a la vez lo contrario a la superficie, su contraparte adversaria.
Colegio de Sociólogos y Sociólogas
En medio del debate de la reforma energética petrolera, la intensificación y decadencia del modelo neoliberal aplicado a la política nacional junto con la crisis de seguridad pública, legitimidad y represión del gobierno federal vía Calderón; la recesión económica de Estados Unidos, en un contexto internacional de globalización capitalista depredador que amenaza con hambre y sequías, pareciera que no hay un verdadero obstáculo o frente que pueda detener este fenómeno dantesco.
La participación de los grupos y personas identificados o asumidos como de “izquierdas” implica un problema más que una solución a este conflicto contemporáneo. El principal “problema” es su ya conocido sectarismo (que todavía hoy muchos niegan) donde parece un reto mayúsculo que se pongan de acuerdo los distintos grupos o movimientos que enarbolan banderas distintas en la amplia gama de frentes y resistencias existentes, que permitir que la barbarie neoliberal siga su marcha
El término de izquierda mismo, hoy tan relajado que hasta Vicente Fox llegó a decirse de izquierda, nos da una idea de lo desprestigiado y vago que está su uso en la actualidad y de la necesidad de reflexionar
sobre las implicaciones al respecto. Hoy se asumen de izquierda tanto el neozapatista como el perredista o hasta ciertas corrientes del PRI, los grupos guerrilleros, muchas ong´s, muchos maestros, algunos sindicatos, algunos movimientos estudiantiles, artísticos y de intelectuales, como también algunos sectores católicos y cristianos. ¿Pero entonces no hay suficientes inteligencias, brazos y voces que puedan promover alternativas al neoliberalismo capitalista?
La izquierda en general está estancada, sin imaginación y con poca propuesta, pues siguen hacia dentro de sus organismos las pugnas por el poder, la competencia, pero también un discurso emancipador bastante malito y fuera de contexto, irreal, que pareciera que el famoso socialismo real fuera sólo un mito. El ecologismo, el pacifismo y el género parece que no tienen cabida en los estrechos esquemas marxistas todavía imperantes en muchos de sus militantes, estancados entre el siglo XIX y XX; no se diga en sus prácticas, donde es más evidente la distancia entre el discurso y la praxis, como si el compromiso fuera sólo político (político en el sentido ideológico negativo de la política burguesa) y no cultural en cuanto practicar lo que se predica.
La izquierda ideológica. Uno de los principales rasgos que hacían de la antigua izquierda un movimiento de respeto era su carácter emancipador fundamentado en la realidad y con propuestas salidas de ella. Hoy la ideología del socialismo, anarquismo, comunismo y todas las demás corrientes y combinaciones se pierden en el espectro difuso de una pluralidad multiforme y fragmentada a la manera que nos describen los estudiosos posmodernos. La izquierda se hizo ideológica cuando dejó de ser seria, científica, humana y objetiva, convirtiéndose en un ente más, en una extensión del poder político burgués, cuando empezó a seguirle la corriente. La ausencia de ciencia. Una cuestión fundamental para recuperar el rumbo es el acercamiento y aplicación de una ciencia siniestra; es decir, de poder traducir y proponer una ciencia con nuevos métodos ajenos al positivismo y en afán de su objetivo primero y último que es la humanidad, la gente. El impacto, por ejemplo de un Carlos Marx tiene que ver con su discurso y propuesta política, sí, pero también por la gran contribución de conceptos y categorías que hoy forman parte de la ciencia (incluyendo las ciencias duras) la filosofía y hasta la religión. Pero y luego, ¿qué hay? Claro varias generaciones de marxistas con invaluables pensadores como Antonio Gramsci, Paulo Freire, Louis Althusser, Agnes Heller, Perry Anderson, Michael Lowy o Humberto Castillo, que pudo patentar un invento para la ingeniería civil utilizando el método dialéctico en la construcción de edificios. Ante los nuevos avances científicos como la clonación, los cultivos transgénicos o la nanotecnología, se nota una ausencia de propuestas divergentes, como en su momento lo hizo Paul Feyerabend con su anarquismo metodológico. Nuevas propuestas como la neutrosofía o lógica neutrosófica de Florentin Smarandache,
Debatamos el termino izquierda, que tan vigente es, a fin de cuentas lo importante más que el término es la práctica política, como lo decía Marx, “sin teoría no hay práctica, sin práctica la teoría es ciega”la biología semántica de Marcello Barbieri o el sinergismo de Anthony Mansueto, están a la espera de ser discutidos y aplicados por lo menos en los ámbitos siniestros.
La izquierda rebasada por la derecha. ¿Quién iba a pensarlo? Tantos siglos de sangre y de todos modos persiste la lucha de clases, el imperialismo, la población lumpen, la enajenación alimentada sin descanso por el consumismo y la despolitización, las guerras, las invasiones, el racismo, el engaño, etcétera; en fin, aberraciones que insultan la inteligencia, pero que ahí están, bombardeando desde la superestructura del Estado, las iglesias y el poder económico ¿qué no se había superado ya el Medioevo? El éxito de la derecha se centra en esa triple alianza que detenta los medios de producción (incluidos los invaluables medios de comunicación) los medios políticos (detentados por los partidos, las cámaras, los jueces) y las medios del espíritu (la escuela, pero sobre todo las religiones) que ayudan en la programación de las masas para la vida alienada.
La izquierda prostituida. El retrato hablado de la izquierda corresponde muy bien a las caricaturas de El Chamuco: sumidos en la crítica agria y destructiva (todos contra todos hasta que no quede nadie) romántica (la lucha de clases a la Marx con fascinación por las causas perdidas) excluyente (¿quién “tiene” la verdad exclusiva que no toma en cuenta a los demás?) pragmática (en vez de sintética) discursiva (y decimonónica) enajenante (se puede ser ateo y guadalupano a la vez) revolucionario (con especial énfasis en la emancipación obrera y campesina) y hasta democrática (siguiendo el patrón electoral sobre todo). Con uno de estos que se cumpla ya se hace uno izquierdoso; ya se puede presumir con los amigos que fuiste a la marcha a mentarle la madre a los granaderos y que por eso ya cambiaste el mundo.
No hace falta dar más explicaciones, lo que hace falta es entrarle al debate y dejar en el pasado lo que no sirva para el presente. En mi opinión, el concepto de izquierda ya no funciona, está raptado y tergiversado tanto como el concepto de terrorismo. Se vale buscar y proponer nuevos términos, técnicas, formas de pensar, métodos, sacudirse el polvo y poner a trabajar a la inteligencia hacia horizontes distintos a lo que nos propone el sistema tal como lo conocemos; en él ya no sabe la izquierda como tal; dejémosla descansar y asumamos el reto de encontrar nuevos significados e identidades más acordes con la época que nos toca vivir y luchar.
*Por underground (subterráneo) se entiende de lo subalterno, lo clandestino, lo no comercial; el concepto da a entender que la superficie es a la vez superficial (superestructura enajenante) y que existe toda una gama de posibilidades en el “bajo mundo” que encierra a la vez lo contrario a la superficie, su contraparte adversaria.